sábado, 17 de julio de 2010

La postal de San Valentín


Mi primer amor apareció cuando yo tenía unos trece años, era una niña de mi clase, morena, de pelo corto, ojos oscuros y brillantes, de nariz respingona y tez clara. No dejaba de mirarla sonriendo como un estúpido, ella a veces me increpaba alegremente el por qué la observaba tanto y yo, sin saber responder, me encogía de hombros, bajaba los ojos y se me subían los colores, hasta que, atreviéndome de nuevo, volvía a grabar mentalmente su imagen. Por las noches, en mi cama, susurraba su nombre y me imaginaba mil aventuras en las que terminábamos juntos; era mi inspiración, mi princesa, mi objetivo...
Se acercaba el día de San Valentín y me dije que debía hacer algo, dar un paso adelante en aquella extraña relación, así que compré una postal con una frase de amor y una imagen de una flor, nada fuera de lo común, pero lo suficientemente clara para mostrar mis sentimientos sin tener que escribir mi nombre. Me enteré de la dirección de su vivienda y finalmente, la introduje en su buzón muy nervioso, me sentía entusiasmado por el acto y en esos días, no me atrevía a dirigir mis infantiles pupilas hacia ella como había hecho anteriormente, aguardaba una respuesta suya, aunque tampoco sabía cómo podía dármela. Unos días más tarde, una compañera de clase, me aclaró que mi admirada chica, había comenzado a salir con un alumno de otra clase. Un chico tan romántico, me dijo, que incluso le regaló una postal de amor de manera anónima... ¡Mi postal! ¿Cómo podía ignorar que realmente había sido yo? Muchas veces me pregunté eso. Aprendí que interpretamos las respuestas según lo que buscamos, para ella, yo no estaba en esa acción del catorce de Febrero, estaba su otro chico, con el que siguió y yo, simplemente, había sido el niño tímido que la miraba sonriendo en clase.

5 comentarios:

Corrás dijo...

Es lo bonito de la imaginación, la mayor parte de lo que vivimos nunca llegó a ocurrir, pero es tan intenso que con el paso de los años recordamos más lo imaginado que lo real. Batallitas de viejo guerrero...

Capitán Lugo dijo...

Ostras, Corrás, muy comentarista te has levantado hoy, eh... Gracias, hombre, gracias!

Lucas dijo...

Esta historia rezuma aires de relato de colegio mayor en "Yankilandia", da la impresión que después de todo eso el protagonista desesperado se alisto a los marines o a falta de pan pan se iría a preparar una barbacoa para atiborrarse de carne con triple de queso cuádruple de pepinillos y sobredosis de ketchup y si le quedaba sitio ahogar sus penas en alcohol con cerveza Bud que con lo floja que es se trincaría como tres cajas...

¿Usted no sera Clark Kent, verdad?

:OD

Capitán Lugo dijo...

Pero bueno, qué incrédula es esta gente, pues esta historia es cierta, palabra del Capi!!! Nunca habeis tenido un amor platónico??

Anónimo dijo...

Creo k gracias a la imaginaCion....realment no esta tan lejOs el capitan LugO..de mii .
bendita sea la imaginaCioOn...

yDa