
Ostrás, chavales! El otro día, sábado a las tantas de la mañana, me dirigía a casa después de haber ido al Superfly de incógnito, como siempre, había sido una fiesta tranquilita. En aquel lugar, mira que nos juntamos entes de diferentes dimensiones, pero estamos todos cómodos y sonrientes; me recuerda un poco al bar de “La Guerra de las Galaxias”… Bueno, que se me va la olla… Pues eso, que volvía a casa más tranquilo que Heidi haciendo quesitos, cuando observé en la Puerta de S. Pedro a unas personas discutiendo, así que me cambié de vestimentas más rápido que un guiño del Bruce Lee y me dirigí raudo a la acción. Cuando llegué, se encontraba el navajero más chungo que he visto en mi vida, atacando a dos chavales sin piedad, a uno, le había ampliado el ombligo y estaba a punto de hacerle lo mismo a su colega, cuando me abalancé con mi sacho en ristre para frenar tal acción… Ya, pensareis que son batallitas del abuelo…