Cuando tenía unos doce o trece años, veía muchas pelis de
artes marciales; como hacía karate me encantaban, me sumergía en esas escenas
de lucha y comparaba los movimientos de los contrincantes con lo que aprendía
en el gimnasio. Salía del cine con mis amigos dando patadas y simulando los
movimientos de las peleas; el artista más famoso de aquellos años setenta era
Bruce Lee, pero un día vimos “La serpiente bajo la sombra del águila”
Protagonizada por un tal Jackie Chan ¡Uauh! Era muy diferente a lo que conocíamos.
El protagonista, generalmente un chico ingenuo y un tanto travieso, recibía
tortazos a mansalva porque era muy torpe, entonces, con gran sacrificio,
aprendía de un viejo maestro muy gamberro que le enseñaba movimientos secretos
que con coreografías consideradas ahora cutres y un poco absurdas le convertían
en un gran guerrero. Era en ese momento cuando se vengaba de aquel que le había
dado de leches hasta en la cuenta corriente. Personalmente, pienso que todas
esas películas influyeron mucho para hacer posteriormente en los ochenta “Karate
Kid” que tanto odié por ese motivo, Ralph Maccio era el guaperas de turno que
no tenía ni idea de artes marciales, Pat Morita, que hacía de viejo karateca con
su: “Dar cera, pulir cera, Daniel Sun” tampoco, ni se acercaba a la gracia del
maestro al que estaba acostumbrado a ver con Jackie Chan, me parecía un plagio
en plan americano de todo aquello, para colmo, el tal Morita estuvo nominado
al Oscar como Mejor actor secundario y lo conocía todo el mundo pero al gran
Sho Hai (Yuen Siau Tien) no lo conocía ni su perro. ¡Qué injusto
me parecía todo eso! Con los años, Jackie Chan se ha hecho mucho más famoso,
hasta llegar a aburrirme, a Ralph Maccio se le ve menos que el tupe del Carlos Núñez, sus “maestros” seguramente en el otro barrio y yo aún
peleándome con la vida, llevándome más patadas que el gato del Steven Seagel. Sniffff...
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