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La noche era fría y eléctrica, con un cielo oscuro y ácido como si las nubes fueran nucleares, se respiraba una humedad que calaba sin piedad hasta los huesos. Estaba arrepintiéndome de ponerme mi nuevo traje, puesto que tenía la piel de culo de pollo y eso no es nada honroso para un superhéroe… Caminaba sigiloso por la muralla cuando de repente escuché: “¡Voto a Bríos! Al fin te encuentro…” Era una voz femenina, llena de personalidad y carácter; comenzó a aparecer de entre las sombras una mujer increíblemente atractiva, ataviada con un atuendo militar medieval, tipo guerrero templario… ¡Madre mía! Parecía sacada de un calendario de camionero, estaba tremenda… Sí, ya sé que está mal que yo lo diga, pero ya sabeis, los hombres somos así… No pude evitar que se me fuera la mirada hacia todas las partes de su cuerpo y su cara, menos mal que como tengo los ojos blancos de superhéroe, no se notaba nada, además, tenía la boca cerrada para tragarme las babas.
“Soy la Guerrera del Antifaz, descendiente directa de Adolfo y Ana María, voy a ser el centinela legítimo de este hermoso Patrimonio de la Humanidad, tesoro que tú no has sabido proteger del invasor infiel” Me increpó altiva, clavándome sus grandes ojos claros. A lo que yo, más alucinado que la Carmele Marchante llevando un Grammy, contesté: “¿Ein?” Fue en ese momento cuando desenvainó su espada y me asestó un mandoble ágil y firme que evité instintivamente como Chiquito de la Calzada. Habló de nuevo con su hermosa voz: “Tal vez, si te muestras digno en este combate, te convierta en mi escudero” Hummm… Sonaba tentador, escudero de la Guerrera del Antifaz… Pero qué me digo, si soy el Capitán Lugo, no podía aceptar tal oferta, era ofensivo, yo relegado de capi a escudero… “¿A qué te doy con mi sacho? Culo, culo, eh…” Le contesté con mi voz varonil retumbando entre las milenarias piedras. Sin poder reaccionar me soltó un golpe con la vaina de su espada ( menos mal que no fue con el canto…) que me dejó la cara más plana que la de un lenguado. Ante tal sensibilidad femenina sentí que no estaba preparado. “Sin piques, tía, sin piques…” Me largué huyendo más dolorido y hundido que un pisotón del Robocop . ¡Ay! ¿Por qué me gustarán siempre las chicas malas?
Dedicado a Manuel Gago, creador de "El Guerrero del Antifaz", "Purk, el hombre de piedra" y tantos otros... Por las buenas tardes que me ha hecho pasar de niño.